El jueves pasado recibí una de las mejores invitaciones que me han hecho: Vamos a ver a Boca a la Bombonera? Siiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii!!!!!!! Resulta que nuestro amigo Mati recibió 4 entradas de regalo de una empresa que trabaja con la de él, y como es gallina, pero también es inteligente, se prendió con nosotros. Soy bostera y no puedo ser muy imparcial que digamos, pero realmente creo que ningún ser humano, ame al equipo que ame, debe morir sin conocer la Bombonera. Fui miles de veces, pero era la primera vez que iba a ver un partido, siempre fui de visitante. De chica me subía al 152 para visitarla, recuerdo la primera vez que lo hice, convencí a todas mis amigas de Boca para no ir sola, el Museo no existía y si le sonreías al de la entrada, te dejaba entrar a la cancha. Todavía estaban los palcos viejos. No conseguí compañía el día que los tiraron abajo y me fui sola con una mochila vacía para traerla llena de escombros que todavía conservo. Me quedé parada horas en la esquina de Del Valle Iberlucea y Brandsen estupefacta con las vibraciones que generaba la demoledora, parecía que se iba a hundir el mundo entero.
Jueves nefasto para el tránsito en Buenos Aires, de Barrio Norte a La Boca tardamos hora y media, qué impotencia!!! El partido empezó 20.15 y a esa hora estábamos mirando la Casa Rosada. Dejamos el auto en la puerta de la casa amarilla del Alte. Brown y como buenos novatos salimos corriendo desaforados hacia la cancha mientras la 12 gritaba el primer gol. Nos metimos en la primera cola que vimos y cuando sentimos que por ahí no íbamos a llegar a nuestras plateas, ya era imposible salir de las vallas. A unos metros un policía abría una puerta cuando veía algún chiquito adentro, así que metí la bandera abajo del sweater y alegando un embarazo avanzado, logramos salir de ahí. La triste avivada porteña no nos llevó muy lejos, corrimos a la entrada y ahí nos enteramos que no era la nuestra, teníamos que dar toda la vuelta a la cancha, con la suma de unas cuantas cuadras más porque el camino más corto estaba cerrado. Después de caminar más de 10 cuadras, y casi terminando el primer tiempo, llegamos. Una vez leí en un cartel que la Bombonera no tiembla, late. Y es cierto. No hay cancha en el mundo en la que estés tan cerquita de todo, será por eso que todo se siente más, ahí se respira fútbol, Boca y Argentina. Palermo y Riquelme estaban más cerca que cuando voy a ver a mi novio a jugar al fútbol a Northchamp. La 12 tiene la ópera popular que más me gusta y cuando no toca lo escucho a Sabina, qué orgullo tener hinchas de los buenos!!! Abajo les dejo un video, para que lo sientan y escuchen hasta el próximo domingo... Gracias papá por hacerme de Boca!!! Y gracias Mati por esta alegría!!!